Vivir en Cuba: la historia de Alejandro
Trasladarse a vivir en otro país aunque se sea un niño es siempre una experiencia única y singular, se dejan atrás costumbres, formas de vida muy diferentes, amigos, familiares, Alejandro Ramirez es un joven cineasta nacido en México y nos hablará de como es vivir en Cuba.
¿Cuándo y desde dónde llegas a Cuba?
Fue en el año 1982, con 9 años. Yo venía de Guatemala, aunque nací en México, como mi madre, pero mi padre era guatemalteco. Era la época de los Movimientos de Liberación Nacional en América Latina y como parte de un proyecto, vinimos un grupo de niños, hijos de miembros de la organización a la que pertenecían mis padres (Ejército Guerrillero de los Pobres) a vivir a Cuba, junto con algunos miembros de la misma organización, a cuyo cuidado estábamos.
¿Cómo resultó para ti este cambio siendo un niño?
Cambios así cuando uno es niño no son tan traumáticos, porque se está en pleno proceso de formación. Para nosotros venir a Cuba significó incluso mejorar en muchos aspectos: en nuestro país se vivían procesos muy violentos, por lo que normalmente estábamos encerrados en una casa, no podíamos hablar mucho con el vecindario…, teníamos muchas otras limitaciones en ese orden; y de repente llegamos a este país donde es todo lo contrario… Los niños particularmente teníamos toda la libertad, salíamos a jugar en cualquier momento, todo el vecindario era amigo nuestro, podíamos estar fuera de casa aun de noche y andar solos. De todas maneras, la adaptación siempre implica dificultades; y en ese sentido, creo que en el primer año fue donde más las experimentamos.
Siempre digo que fuera de Cuba se habla muy mal o muy bien de la Isla. En nuestro caso, las referencias eran muy positivas. Pertenecíamos a un grupo de personas para las cuales Cuba significaba un faro, una guía, un motivo de inspiración; por eso pensábamos que llegaríamos a un lugar donde todo estaba resuelto, donde todo era perfecto. Eso explica que nos chocara tanto descubrir que también aquí existían problemas e imperfecciones, que no era tal paraíso. Pasado ese primer momento, estábamos completamente integrados a la dinámica de aquí, y adaptados a la identidad cubana, que es muy fuerte, muy marcada, con muchas características que yo he asimilado, sobre todo porque se trata del país donde me formé y donde he incorporado valores que me han acompañado a lo largo de la vida.
¿Qué estudiaste? ¿Actualmente a qué te dedicas?
Me dedico a hacer documentales. Soy graduado de Dirección de Cine en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), del Instituto Superior de Arte (ISA), donde en la actualidad imparto clases. Algo que empecé incluso antes de estudiar Dirección de cine, fue la fotografía fija, y nunca lo he dejado. No le dedico tiempo completo a eso, pero me mantengo en actividad, y mi trabajo se publica en algunos espacios.
¿Qué es lo que más te atrae de vivir aquí?
Vivir en Cuba es una experiencia muy intensa. Yo lo veo con matices un poco diferentes, porque no nací aquí y porque he tenido la posibilidad de estar también fuera del país en el transcurso de estos años, y eso ofrece otra visión de la realidad cubana. Por ejemplo, eso me ha permitido apreciar muchas cosas de aquí: una tranquilidad que se encuentra en pocas partes del mundo, al menos en el ámbito latinoamericano; muchas posibilidades de superación, muy fácil acceso a la cultura, entre otras.
El hecho de ser una isla ha sido para este país una fortuna y en algunos aspectos una desgracia, porque se está aislado de cosas negativas que cuando se tienen fronteras terrestres con otros países, es difícil evitar; y a la vez se está lejos de determinados aspectos del ámbito internacional y eso provoca un encapsulamiento. Pero creo en definitiva que la complejidad que hay aquí es una mezcla y una amalgama muy interesante. A veces también los burocratismos, las mentes cerradas, dificultan mucho la vida cotidiana; pero a pesar de eso, la dinámica es de mucho movimiento. Creo que, más allá de todos los problemas, me gusta que Cuba siga teniendo un proyecto colectivo.
Si tuvieras la oportunidad de vivir en otro país o de regresar al tuyo, ¿lo harías?
Yo por ahora no me veo viviendo en otro lugar que no sea Cuba. Tengo oportunidad de vivir tanto en el país en el que nací como en el país del cual tengo nacionalidad. No vivo en Cuba porque sea mi única opción o por resignación a algo: yo vivo en Cuba por elección y me gusta mi elección.
¿Qué consejos le darías a un extranjero que desee vivir en Cuba?
Pienso que hay que tener una mentalidad muy abierta. Hay que ser una persona sencilla, porque creo que los cubanos en general tienen una vida bastante sencilla y estar a la par de eso a uno lo hace más terrenal, tener los pies en la tierra.
Venir con una mentalidad consumista es chocar contra un sistema del cual no te vas a sentir parte. Quizás hay muchas carencias materiales, pero nunca carencias afectivas, aquí los amigos son amigos y la familia es familia, incluso más allá de los lazos de sangre, muchas personas pueden llegar a ser y a valorarte como si fueras familia.
¿Actualmente te consideras más cubanos que guatemalteco o mexicano?
Estoy convencido de que mi identidad es mucho más cubana que mexicana o guatemalteca…
Para contactar con Alejandro:
Entrevista realizada por Mariana Benitez
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