Alistarse en la legiòn extranjera
El Kèpì Blanc, el típico sombrero blanco del legionario es uno de los símbolos más comunes en circulación. Representa la fascinación de la vida militar en el extranjero, inspirado en un código de honor, es motivo de orgullo en la lenta marcha de los pelotones de la legión extranjera que cierra el cortejo del 14 de julio en los Campos Elíseos de París. Pero el Kèpì Blanc es también un símbolo de libertad, algo verdaderamente extraordinario para un cuerpo militar. Sobre ellos se posan historias de millones de hombres que han tenido la posibilidad de un rescate social, se revela el sabor bohemio de una vida sin raíces y sin pasado, se escucha incesantemente el sonido de la arena en el desierto.No es fácil habla de la legión extranjera, sobre todo porque esta siempre rodeada de un aurea de mito. Un mito consolidado por novelas, películas y relatos del siglo pasado. Encontramos muchas ‘novelas’ de aventuras legionarias pero pocos son los libros en circulación que cuentan la verdadera vida del legionario. Son poquísimos los ex legionarios que deciden hablar de su vida. Es casi imposible encontrar un legionario en servicio que tenga ganas de hablar.
Para entender los motivos, basta pensar en los enormes privilegios que les son concedidos a los nuevos reclutas desde 1831, fecha de nacimiento de la legión extranjera: la legión garantiza el anonimato. En el momento de partida el voluntario puede declarar una identidad falsa que no podrá nunca ser relacionada con su verdadero nombre.
Además: El legionario puede convertirse en ciudadano francés después de 3 años de servicio, naturalizando de este modo el nombre y el apellido elegido cuando se alista.
A cambio, se piden unos requisitos: no haber tenido serios problemas con la justicia en el pasado. Pero ¿es así en realidad? La ley de 1831 promulgada por Luis Felipe Rey de Francia formaba oficialmente la legión extranjera. En esta ley está escrito claramente que los voluntarios sin documentos “son reenviados al Oficial general comandante, quién decidirá si el reclutamiento puede ser recibido”.
Queda claro que, si el registro penal y la verdadera identidad de los voluntarios son juzgados “a ojo” por los oficiales, la legión evidentemente se ha convertido en refugio de quién buscaba una impunidad de hecho por los crimines cometidos en la patria, o de quién necesitaba por algún motivo ser olvidado.
Pero también esto forma parte del encanto de la legión extrajera. La legión exige sacrificios. Muchos sacrificios. El precio del anonimato es una vida de soledad, lejos de casa, con pocas posibilidades de comunicarse con amigos y familiares y una cotidianidad hecha de una dura vida militar. Quién decide apuntarse y llegar hasta el final, tiene que tener una fuerte motivación. Tiene que querer de verdad construirse una vida. Año tras año, la legión se convierte en el proprio hogar, y no es por casualidad el lema de los legionarios es legio patria nostra.
Se alista presentándose en uno de los lugares de reclutamiento dispersos por Francia. Después de una visita médica general se les manda a Aubagne para empezar la selección.
Para entrar en la Legión Extranjera no se necesitan características específicas, excepto la identidad física y una edad entre los 17 y los 40 años no cumplidos.
Los testimonios que libros, blog y artículos de periódicos recogen a propósito de la legión son reveladores. Un ex legionario escribe: “Me piden la nacionalidad y el documento de identidad, me hacen firmar varios folios y después me preguntan cómo me quiero llamar…estúpidamente no estaba preparado para este momento…no puedo elegir un nombre a la ligera, me deberé llamar así al menos por los próximos cinco años. El nombre me sale espontaneo, elijo Sergio, en memoria de mi abuelo. El apellido debe tener las dos primeras letras iguales a mi verdadero apellido, pero no me viene en mente ninguno… be… be… Bertoletti. ?Adjudicado! Aunque será escrito en francés, con una sola T, Bertoletì. Desde ahora yo soy Bertoletì Sergio, y mi pasado no existe.
Todo es inventado, desde la fecha de nacimiento, padres, lugar de residencia… Me quitan el teléfono móvil, la cartera (me dejan las monedas) y la lista de direcciones y teléfonos que me había preparado, no podré tener contacto con nadie en los próximos 4 meses”.
Otro testimonio, recogido de un forum frecuentado por ex legionarios italianos: “No me sentía realizado, aunque viviese desde hace años en una gran ciudad del Norte, con un trabajo satisfactorio y bien remunerado. Había algo que me rondaba dentro, y no era capaz de descifrar que es lo que era. Y bien, allí, delante de aquel cartel, comprendí al instante cuál debía ser mi nueva vida. Me llevó poco más de una semana en presentar mi dimisión (sin preaviso…), dejar el apartamento que tenía en alquiler. Cancelar los numerosos empeños y quehaceres, regalar la ropa a los amigos, televisión y demás cosas, todo de locura y sin ninguna certeza de ser elegido. Pero daba igual, tenía necesidad de algo que a día de hoy aún no sé como explicar…
…Nos montaron en un viejo furgón de la legión y partimos rumbo a Aubagne. Llegados allí (y aquí los recuerdos son confusos…) empezaron las contusiones sin fin: todos abajo y arriba. Gritos, confusión, (allí encontramos gente llegada de no sé dónde…). Si alguien no entendía a la primera las órdenes, ¡ya se podía preparar!. Nos encontramos en un local donde empezaron a distribuir viejos uniformes (usados pero limpios), botas, y la tan codiciada boina verde con friso metálico unido. Me alojaron en el primer piso del edificio, sobre (por lo menos en aquella época era así…) las oficinas de la mayoría. Recuerdo también que en la plaza, a la derecha saliendo del edificio, había otro complejo destinado a dormitorios ¡gente no faltaba!
La jornada empezaba a las 04.30 con el despertador. ¡Hacer la cama, ducha, barba…! A las 05.00 todos abajo en la plaza, formados en fila de cinco. El problema gordo de Aubagne (que está a pocos kilómetros de Marsella) es que allí, en invierno (era en enero) sopla siempre el Mistral, un viento frio que cortaba la cara. Por lo que podéis imaginar lo que se probaba a estar parados, firmes (a veces por horas, en espera de ser enviados a varias revisiones médicas y/o entrevistas) llevando solo puesto la muda”.
Una “joya” que habla de la cotidiana vida del legionario, en particular la relación con la toilette: “ a la turca: dónde se apoyaban los pies, el suelo no era… horizontal, sino ligeramente inclinado. Esto creo que para obligarnos a no estar dentro mucho tiempo, en esta posición incomodísima que te hacia temblar las piernas. ¡Quién haya inventado esta tortura debía haber sido un sádico!”.
La legión està formada por 11 regimientos y es creada como soporte de las tropas francesas en la guerra de Argelia en 1831. Sucesivamente participa en la guerra de Crimea y en la guerra de la independencia italiana en las batallas de Magenta, Solferino y Montebello contra los austriacos. Hoy participa en las misiones de paz bajo el amparo de la ONU y la OTAN, al lado de los militares europeos y americanos. Forma parte de las tropas OTAN en Afganistán, en las acciones de respaldo del ejercito afgano. Los legionarios están presentes en Uganda y Somalia, en las operaciones internacionales de adiestramiento militar coordinado por la Unión Europea.
La presencia de los italianos en la Legión ha sido siempre numerosa, alrededor de 60 mil hombres desde sus orígenes hasta nuestros dias. Patriotas del Resurgimiento, aristócratas, criminales curtidos, antifascistas, anarquistas, fascistas y aventureros buscaban todos refugio o acción bajo el kèpì blanco. Hoy quién se alista a la legión extranjera proviene principalmente de paises de la Europa Oriental. Es muy dificil encontrar datos oficiales, debido de la posibilidad del completo anonimato que viene dada al legionario.
El salario, sobre todo para misiones fuera de Francia, es bastante alto segùn los últimos datos proporcinados por la págnina oficial del alistamiento de la legión extranjera, www.legion-recrute.com.
Para más información sobre la legión:
Museos de la legión:
El código de honor de los legionarios:
www.legion-recrute.com/fr/code.php
La revista de los legionarios:
Traducido por Cristina Yuste Hernández
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