Generalmente, el fracaso viene acompañado de desánimo, victimismo, temor, pérdida de confianza, frustración… El tópico “aprende de tus errores y vuelve a empezar” cuesta ponerlo en práctica. Y más aún comprender aquello de que los errores ayudan a fortalecer la personalidad.

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Los expertos suelen coincidir en algunas técnicas para superar las adversidades personales:

  • Asimila lo ocurrido; analiza la situación y encuentra sentido a tus errores. El portal argentino Tu salud mental propone una serie de preguntas: “¿Qué acabas de aprender con lo sucedido?, ¿en qué has mejorado?, ¿qué cambiarías en tu futuro?, ¿en qué aspecto de tu vida te ves fortalecido?”
  • Mira hacia el futuro. No te recrees en el fracaso ni caigas en espirales causa-efecto que, según Malde Modino, unen el error a características personales.
  • Mantén una mente positiva. Realiza actividades que te distraigan y te hagan sentir bien y busca la compañía de gente positiva, para que te impregnes de estos buenos sentimientos.
  • Lee. La web Recursos de autoayuda propone “conseguir un libro sobre el tema que preocupa o una lista de los que se pueden aprender. Ver cómo otros han tratado el mismo problema puede darte amplitud de miras y ayudarte a superarlo. Fíjate en lo que los hizo triunfar y si tienen algún consejo. Te ofrecerán un apoyo moral”.
  • Plantea nuevas metas, realistas y bien analizadas. Tu salud mental sugiere emprender una actividad “que siempre hayas querido hacer y vienes postergando, como volver a estudiar, hacer un curso, buscar un nuevo empleo, emprender un viaje. Esto te permitirá enfocar tu mente en algo diferente evitando el bloqueo o parálisis que el fracaso te provoca”.
  • Domina tus emociones. Darse cuenta de que el fracaso es parte del aprendizaje y es parte de la vida. Lo fundamental es no decaer, no permitir que las adversidades sean más fuertes y determinen tu vida. Hay que seguir luchando por los proyectos y objetivos que se han reelaborado tras el fracaso.

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¿Fracasar para luego tener éxito?

Si fracasar implica aprender; nuevas metas es sinónimo de otra posibilidad de éxito, con el añadido de un mayor conocimiento sobre nosotros mismos. Sin embargo, Malde Modino recuerda que el fracaso puede ser un “arma de doble filo”; ya que si la respuesta ante esta situación negativa es “desadaptiva”, puede generarse una sensación en el individuo en la que interioriza que sus esfuerzos no tienen éxito y que las condiciones negativas en su vida se producen de forma aleatoria, “generando una conducta pasiva y carente de motivación”.

Volver a casa

Los principales motivos para el cambio de rumbo suelen ser económicos y laborales. Si se fracasa en la aventura en el extranjero, las consecuencias no solo son psicológicas, como se ha analizado, sino que ha habido una pérdida de tiempo y dinero y un coste de oportunidad, el de poder haber invertido esos recursos en otra idea. Si además, añade la psicóloga, hay que volver a casa, se tendrán que dar explicaciones a familiares y amigos, “lo que puede acentuar el sentimiento de fracaso y menoscabo en su autoestima”. Ante esta situación, existe la tentación de esconder el fracaso. Ocultar el error, sin embargo, perjudica más que beneficia. Si el entorno social no es partícipe de esta situación, no lo sabe, no podrán ayudar y el individuo no podrá aprovecharse de su apoyo. Sin ayuda, la persona podría no afrontar de forma adecuada esta caída y se entre en el bloqueo.

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Contar las emociones, pensamientos e ideas a otros tiene una doble ventaja. Por un lado, se obtienen consejos de otras personas, con otras ideas y otras personalidades. Por otro, oírse a uno mismo en voz alta ayuda a reestructurarse y analizar la situación. No obstante, existe un miedo al estigma del fracasado; aunque según Iria Malde, la crisis económica ha generado un sentimiento social de empatía con situaciones de fracaso. “El estigma más peligroso”, añade por tanto, “es el que la propia persona se adjudica y que le puede hacer caer en ciertos desórdenes emocionales que le impedirán avanzar y se generará un importante hándicap”. “Es por ello”, continúa, “necesario volver a reelaborar los proyectos” con los que se emigró y “tomar ese fracaso como una caída, pero no como una tendencia”. Es ésta la parte más difícil, pero cuando se tomó la decisión de arriesgar y emigrar, escondido en el forro de la maleta, también viajaban el éxito y/o el fracaso.