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Jovenes empresarios con ideas innovadoras: la historia de Aurea de Menorca

Joyería

Joyería: la historia de Aurea de Menorca

Cuando naces en una pequeña islita mediterránea no tienes más remedio que acabar familiarizándote de algún modo con el mar y la naturaleza. Para Guillermo Calleja Martínez, un joven emprendedor menorquín, el mar se ha acabado convirtiendo no sólo en una pequeña pasión si no en su principal fuente de inspiración artística. Junto con otros jóvenes emprendedores ha creado la empresa Aurea de Menorca, un original proyecto artístico y didáctico que tiene como fin la concienciación ecológica del público, además, por supuesto, de la exhibición de una interesante variedad de “joyería” marina. Se trata de caracolas trabajadas y pulidas a mano a fin de reflejar las perfectas proporciones que muestran los gasterópodos en su interior.

Como artista, Guillermo ha demostrado desde muy niño una sensibilidad especial por la naturaleza y sus secretos, además se declara un enamorado de la belleza y perfección de esta, que percibe como divina. De ahí que para darle nombre a su proyecto se decantara por ese principio matemático que rige todo el universo. La proporción %c3%81urea: Se trata de una proporción matemática que se ve reflejada en toda la naturaleza, desde la distancia entre las galaxias a la hoja de un árbol, una caracola o las propias medidas del ser humano; Hablamos de un número algebraico irracional que se repite en toda la existencia, la descubrimos tanto en figuras geométricas como en la naturaleza. Se atribuye un carácter estético reflejado en el arte, arquitectura y diseño cuyas medidas guardan dicha proporción. Algunos incluso creen que posee una importancia mística. Sin embargo, llevar a cabo un proyecto como éste ha enseñado mucho más a nuestros jóvenes protagonistas. Lejos de percibir sus tesoros marinos como meros productos comerciales, existe una fascinación además de mucho trabajo y empeño por aquello que ellos trabajan.

Uno se pregunta qué mérito tiene trabajar productos del mar i llevarlos a los mercadillos y tiendas, algunos sólo ven en eso un interés monetario. Pero existe una nueva perspectiva: En estos tiempos de crisis, el mundo parece estar al revés. Se infravalora el trabajo artesanal, para dar paso a un auge del producto industrial, artificial y en muchas ocasiones de mala calidad. Nuestros sistema occidental – dicen estos jóvenes%e2%80%90 padece una crisis de valores tan grande, que nosotros, meros engranajes, hemos dejado de apreciar las cosas más esenciales de la vida para dar paso al monstruo de lo artificial, que destruye a su vez todo aquello que desde aquí nos esforzamos en proteger. Las conchas que trabajamos han tenido un ciclo vital determinado durante el cual se han ido formando según las condiciones ambientales o los caprichos de la vida que han albergado en su interior. Una vez terminado ese ciclo, lo que queda es tan o más valioso que aquello que denominan joyas: minerales extraídos y trabajados. La única diferencia: un ciclo más corto y un artesano más caprichoso. Una obra de arte natural al fin y al cabo.

Los minerales como la plata y el oro han adquirido su valor monetario desde antaño no solo por su caro proceso de extracción, sino que por sus características oníricas: anteriormente el ser humano se veía atraído por estos minerales por despertarles una conexión con el mundo onírico, una reminiscencia a través de un material , una forma, un color, una textura. Es por ello por lo que denominamos joyas a tales piezas: la proporción áurea que mostramos al desnudar la caracola y sus colores nacarados en su interior también nos transportan al mundo onírico. Aún así, contamos con diferentes acabados y baños de estos materiales: plata, oro, cobre, vidrio y diferentes esmaltes.

Para darle aún más sentido a todo, nos hemos esforzado por presentar algo digno a nuestros clientes u admiradores. “Cada una de las caracolas que trabajo se conoce con un nombre y tiene una procedencia específica %e2%80%90 no sólo nos centramos en el Mediterráneo%e2%80%90 si se da a conocer al cliente esa información es posible que perciba esa pieza de forma diferente, como algo único y especial. De ahí su sentido didáctico y también ecológico , pues uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es la ignorancia, el desconocer hace que las cosas no se aprecien como se debería, confío en que si alguien encuentra en el mar una de las caracolas que lleva en el cuello la sepa identificar y se preocupe en protegerla, en saber que ese es el recoveco desde dónde proviene su joya el lugar mágico dónde se forman” además de todo esto, se ha realizado un impresionante trabajo de presentación para el que se ha necesitado la colaboración de otros jóvenes artistas, tanto artesanos como fotógrafos y filmógrafos. El proyecto sigue en marcha y crece día a día ayudando además a dar a conocer a todo un grupo de nuevos prodigios de la isla. Una iniciativa que denota un gran espíritu de colaboración y empatía con la comunidad de jóvenes Isleños. Aurea de Menorca sigue abierto a propuestas y colaboraciones siempre y cuando no se alejen de su política de empresa.

Por supuesto han recibido ya alguna que otra crítica, algunos ecologistas difieren de su punto de vista alegando que aquello con lo que se forma la arena son las mismas conchas, y que por tanto están alterando el medio natural. Nuestros jóvenes alegan que todo se hace con máximo cuidado, des de la extracción %e2%80%90 siempre respetando a los seres vivos – hasta su venta, siempre limitada por la propia naturaleza. Algunas caracolas se importan desde lugares donde no se puede asegurar que su extracción sea legítima, pero las que se extraen de Menorca, son siempre conchas vacías, recogidas después de haber sido el suculento plato de un pulpo o incluso recicladas de los restaurantes dónde se sirven los polémicos “cornets”. “Nuestra intención es proteger el medio, no aprovecharnos de él” alegan sus componentes.

En Resumen, este proyecto ha sido un cambio de rumbo en la vida de éstos menorquines, especialmente de su creador, Guillermo Calleja, quien ha descubierto que existen alternativas de negocio sostenible y en equilibrio con lo que los isleños más protegen, la inmensa belleza natural de su isla y el mundo entero. “Cambio de rumbo es no seguir lo que te proponen, es crear aquello que te parece más legítimo y dar alternativas a un mundo que todavía no está perdido del todo”. Aurea de Menorca es un pequeño ejemplo que demuestra que con empeño, se puede reformular el mundo en el que vivimos. Descubrir la belleza en las caracolas y sus proporciones divinas me ha hecho creer que a los humanos aún les queda un poco de esa sensibilidad que nos induce a vivir de acuerdo con el mundo en el que vivimos, a apreciar todo lo que nos ofrece.

Aurea de Menorca es un recordatorio: la naturaleza es sabia y divina y nos deja pistas de ello, ¿Por qué no empezar a vivir de otro modo? Quién diría, que pudiera haber tanta sabiduría en una caracola….

Desde aquí mandamos las gracias a los colaboradores de Aurea de Menorca: Félix Casals Sturh%e2%80%90 Wulf, Andrea Florit Gonyalons, Marga López Gual, Edward Velasco, 27mm, Alejandro.

Redactado por Andrea Florit Gonyalons, Aurea de Menorca

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